Friedrich Nietzsche escribió: “Mi fórmula para la grandeza en un ser humano es el amor fati: es aquel que no desea ser otro que quien es, ni en el futuro, ni en el pasado, ni en toda la eternidad. No sólo soportar por necesidad lo que sucede, mucho menos ocultarlo…sino amarlo.”

En su diario personal “Meditaciones”, escribió Marco Aurelio: “Un fuego ardiente hace llama y resplandor de todo lo que se arroja en él”.

Epicteto quien además de estar lisiado fue un esclavo y enfrentó adversidad tras adversidad escribió, “No busques que las cosas sucedan como quieres que sucedan, más bien desea que lo que sucede, suceda como sucede, entonces serás feliz”

Aristóteles fue el primero en sugerir: “todo ocurre por una razón”, creía que todo lo que sucede tiene un propósito, ya que ayuda a convertirte en quién eres.

Los cuatro nos están diciendo: que el amor fati, es la mentalidad que tenemos que adoptar si queremos sacar lo mejor, lo máximo a todo lo que nos suceda, que cada momento de nuestra vida por difícil que sea hay que recibirlo, aceptarlo y abrazarlo, es más hay que amarlo y lograr ser mejor gracias a él.

La adversidad y los obstáculos al igual que como el oxígeno alimenta el fuego, hay que convertirlos en combustible para nuestro potencial.

Las cosas malas están fuera de nuestro control, por ello cuando aceptamos lo que sucede, además ¿qué más nos queda?, que enfrentarlo con alegría, fortaleza inquebrantable, poner nuestro talento, energía, emociones y lo más difícil amar lo que nos sucedió.

Es difícil y extraño amar algo que nunca quisimos que ocurriera, puede parecer antinatural, pero si sucedió estaba destinado que sucediera, debería vivirlo y aprovechar al máximo esta experiencia, preguntándome ¿qué es lo que tengo que hacer?, ¿cómo hacerlo? ¿de qué otras adversidades peores me están librando?, ¿qué podré aprender de esta experiencia no elegida?, ¿qué cosas buenas podrán resultar?

Si el acontecimiento ocurrió o va a ocurrir, y es “malo” o “muy malo” amor fati es la respuesta.

¿Qué va a suceder?, ni más ni menos que lo que debe ocurrir, así que hay que aceptarlo, soltar y confiar en Dios.