CIEGOS Y MUDOS

Volverse ciegos y mudos

Las mentes ocupadas, las almas limpias y los corazones satisfechos no critican ni se meten jamás en la vida de nadie.

Un alumno cumplía años y para celebrarlo, con mucho cariño invitó al Maestro y a todos sus compañeros a una comida en su casa.

Una vez terminada la reunión se despidieron y se encaminaron en grupo hacia sus casas, en el camino empezaron en cascada los comentarios, “observaron que a la casa le falta pintura”, “la decoración es poca y no es de buen gusto”, “la carne que sirvieron estaba muy dura”, “las cervezas no estaban bien frías”, “las sillas estaban incómodas y eran insuficientes”, “el postre estaba muy pequeño” …

El Maestro caminaba y escuchaba a sus alumnos guardando un absoluto silencio, hasta que uno de ellos le preguntó su opinión sobre la reunión, entonces les dijo, “va mi opinión, pero no es sobre la reunión es sobre los comentarios que estoy escuchando,”

“Tomen en cuenta que, si van a una casa ajena, mientras estén en ella hay que volverse ciegos y cuando salen de ella entonces deben convertirse en mudos, jamás busquen defectos, debemos de respetar a quienes con generosidad y humildad nos confiaron su intimidad”.

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