Hoy me topé con este antiguo cuento Sufi:
El Maestro y sus discípulos se encontraban sentados en el puente de entrada a su ciudad, un viajero que venía cabalgando se acercó a ellos, muy serio y aporreando las palabras les preguntó:
“Dígame, ¿Cómo son las personas que viven en esta ciudad?
El Maestro le dijo: “antes de que yo te responda, dime cómo son las personas en la ciudad donde vives”
Sin pensarlo exclamó el viajero: “¡malas personas!”, no se puede confiar en ellos, son flojos, criticones, egoístas, vanidosos, abusivos, embusteros, por eso me salí de ahí, y estoy buscando un mejor lugar para vivir”
Entonces el Maestro le dijo, “pues creo tendrás que buscar otro lugar para vivir, porque aquí la gente es igual a la que describes”
El viajero dio media vuelta y se regresó por el camino, al poco rato llegó un nuevo viajero más joven, sonriente les preguntó:
“Voy a entrar a la ciudad ¿podrían por favor decirme como es la gente que vive aquí?
“Claro, pero antes dime, ¿Cómo son las personas en la ciudad de donde procedes?
“¡Buenas gentes!”, exclamó el joven sin pensarlo, “obviamente hay de todo, pero la mayoría son bellas personas, trabajadoras que siempre están dispuestas para ayudarte con lo que tienen, incluso quienes no son mucho de fiar, si los tratas bien terminan correspondiéndote, si puedo afirmar que la inmensa mayoría son buenas”.
El Maestro sonrió y le dijo al joven“.
“Bienvenido muchacho, en esta ciudad encontrarás gente tan buena como la que conoces de donde vienes, aquí harás buenos amigos y tendrás siempre buena suerte”
Los alumnos sorprendidos le preguntaron al Maestro, “¿a cuál de los dos le mintió, le hicieron la misma pregunta y les dio dos respuestas totalmente diferentes?”
“A ninguno le mentí, las personas encontramos lo que buscamos, no olviden que de
acuerdo a como miremos al mundo, será la forma en que el mundo nos mire”.