¿Al abrazar con ternura a la mujer que amo, soy amor?, ¿Al despertar pensando con ansiedad en el día que empieza, soy ansiedad?, ¿Sí frecuentemente me enojo, soy ira?, ¿Si estoy con los pies remojados en el mar, soy el mar?, ¿Disfrutando una puesta de sol, soy el sol?, ¿Planeando cómo sacar ventaja de mi cliente, soy avaricia?
¿Estás de acuerdo que desde niños hasta adultos pasamos horas del día enganchados a: videojuegos, redes sociales, chateando, ¿series de tv?, ¿películas?, la inmensa mayoría reconocemos que no podemos evitarlo, nos hemos vuelto adictos, si no estamos “enchufados” enfermamos como el drogadicto que necesita su dosis.
Los psicólogos dicen que empezamos por querer evadirnos, “distraernos” y terminamos con sensación de desamparo por no tener el celular en la mano y enfrente de nuestros ojos una pantalla, ¿viendo y escuchando qué?, lo que sea, no es extraño tener la televisión prendida sin estarla realmente viendo ni escuchando.
¿Al estar haciendo otras cosas no logramos sacar de la mente lo que creemos llena nuestra soledad y da sentido a nuestras vidas, necesitamos estas impresiones sensoriales con las que intentamos darle sentido a nuestra existencia?
Nuestros sentidos son puertas y ventanas al mundo exterior, ¿por qué dejarlas abiertas de par en par a todas horas, permitiendo que cualquier imagen y sonido penetre?
Muchas veces ocurre que, viendo una mala película, a pesar de ser desagradable por el argumento sin sentido, malas actuaciones, ruido, balazos, muertos, violencia con crueldad extrema, sufrimiento, me es imposible apagar la televisión.
¿Tan terriblemente asustado estoy por dentro que me da miedo la soledad, el vacío y el aislamiento que descubro en mi interior al estar “sin hacer nada” para distraerme?
¿No debería encontrar paz dentro de mi y cerrar puertas y ventanas de los sentidos ante determinados estímulos?
¿Cuándo miramos una película o un programa de televisión malos, somos el programa malo?
Si puedo ser cualquier cosa que quiera, ¿Por qué abrir puertas y ventanas a películas y programas de televisiónn de pésima calidad, de productores amarillistas que solo quieren ganar dinero, que nos agitan el corazón, nos crispan y nos devuelven a la vida diaria vacíos, angustiados, cansados y estresados?
Valdría la pena preguntarme, ¿Las reuniones a las que asisto son también un alimento sensorial? ¿si me reúno con personas llenas de soberbia, amargura, ira, negatividad, envidia, o vacías, absorberé su energía?
¿Los alimentos sensoriales que consumo me hacen sentir peor o mejor?
¿El mundo está lleno de milagros y belleza? Por ello al abrazar a mis hijos, sentado junto al mar, escuchando música, o mirando una buena película, si los observo consciente de mí y de mi respiración percibiré con toda intensidad el amor, la frescura del agua, la armonía de la música y el alma del actor interpretando la película.
La ociosidad, es Madre de todo vicio. Es nuestra voluntad, decidir a que dedicar nuestro tiempo libre….