“Estoy en deuda con mi padre por vivir, pero con mi maestro por vivir bien”
Alejandro Magno
Albert Camus tenía apenas unos meses de nacido, cuando su padre muere en la primera guerra mundial. Su futuro no era prometedor, la familia quedó a cargo de su madre, quien era analfabeta y prácticamente sorda, emigraron a Argelia para vivir con su abuela, quien dada la precaria situación económica quería que dejara los estudios y trabajara de aprendiz con algún comerciante local. Aquí aparece su profesor de primaria Louis Germaine, quien le habló de la escuela secundaria, convenció a la abuela y le ayudó a preparar su examen de ingreso.
Albert jamás olvidó a su profesor y en 1957 al recibir el premio Nobel de literatura, tras dedicarle el discurso de agradecimiento, de puño y letra le escribe esta carta y le agradece en primera persona todas sus enseñanzas.
Querido señor Germain:
He esperado a que se apagase un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido.
Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, la mano afectuosa que tendió al pobre niñito que era yo, sin su enseñanza y ejemplo, no hubiese sucedido nada de esto. No es que de demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mi, y le puedo asegurar que sus esfuerzos su trabajo y el corazón generoso que usted puso continúan siempre vivos en uno de sus pequeños discípulos, que, a pesar de los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.
Le mando un abrazo de todo corazón.