EL SAMURÁI

“El dolor es solo una parte del camino a la sabiduría”. – Plutarco

Un guerrero Samurái reconocido en todo Japón como el más grande militar, no solamente por haber participado en numerosas batallas de las cuales siempre salió victorioso, sino además porque jamás fue herido, cabalgaba tranquilamente por un hermoso bosque de cerezos.

De pronto sintió un impacto en su costado derecho, fue tan fuerte y doloroso que se cayó del caballo, una vez pasado el aturdimiento se dio cuenta de que había sido herido por una flecha de cacería  perdida, además del sangrado profuso y un dolor físico muy intenso, el militar lleno de ira empezó a renegar de lo que le acababa de pasar, comenzó a gritar: ¡cómo es posible que siendo yo el guerrero más poderoso que nunca he sido herido en batalla hoy me atraviesa una flecha perdida que me está causando este dolor y esta vergüenza, esto es una injusticia divina, no la acepto, estoy muy enojado por esto que me acaba de pasar,  encontraré al estúpido que la disparó y haré que pague, lo mataré!

Un anciano monje que caminaba en el bosque vio lo que pasó, conmovido se acercó para ayudarlo, y le dijo: lamento mucho lo que te acaba de ocurrir, veo que tienes dos flechas clavadas, el guerrero lo mira con desprecio y le dice, ¡no ves que solamente tengo una flecha, es una herida!

El monje le dice, realmente tienes dos flechas,  una  clavada en tu costado que te está causando  dolor físico y  sangrado, pero si hay una segunda flecha y lo peor de todo es que  tú mismo la lanzaste directo a tu alma y tu corazón, esa flecha es la que convierte tu dolor en sufrimiento, es la que te hace no aceptar lo que te está pasando, hace que te victimices, que estés lleno de odio y quieras venganza, eres libre de sentir tu orgullo herido, enojarte e incluso victimizarte pero eso en nada contribuye a curarte y eliminar el dolor.

El monje continuó hablando, la herida ya la tienes la flecha ya te hirió, ahora deberías concentrarte en el tiempo presente, y hacer lo único que puedes hacer:  hay que quitar la flecha, parar el sangrado y curarte para no infectarte y así sanar la herida física.

El Samurái cayó en cuenta de lo que el monje le decía, se enfocó en lo que tenía que hacer, se sacó la flecha, se limpió y se vendo la herida.

En la vida el dolor es consustancial con la existencia hay momentos en que viviremos situaciones muy difíciles, momentos en que el dolor es real y se hace parte de nuestra existencia como humanos en la tierra, pero el sufrir siempre será una elección que yo hago cuando escojo mis pensamientos, y eso determinará que el dolor emocional persista a lo largo del tiempo.

“El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”. – Haruki Murakama

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