Nuestra propia existencia es prueba de nuestra grandiosidad y de que somos un milagro, con humildad y sencillez jamás olvidemos nuestro ilimitado potencial, fuerza y resiliencia.
Nueve meses antes de que nacieras cuando todavía eras tan pequeño para ser visto por el ojo humano, cerca de 250 millones de espermatozoides iniciaron una extraordinaria carrera, y tu entre todos ellos triunfaste, llegaste al óvulo que estaba a la espera, ¡de haber llegado otro no existirías! Y entonces se sumaron los genes de los 23 cromosomas del espermatozoide de tu papá con los genes de los 23 cromosomas del óvulo de tu mamá. Y se generó la información genética que te integra.
Así que, después de ese milagroso primer maratón donde inició tu vida, ¿como te ha ido en los que corriste después?, ¿y como te irá en los que aún te faltan?
El movimiento del sol, la luna y los astros es perfectamente medible y predecible, pero nuestro movimiento y crecimiento durante los años que vivamos es un arte que nos corresponde crear, construir y expresar a nuestro ritmo, sin competir ni compararnos con nadie, recordemos que cada planta con sus hojas, flores y frutos crece a su propio ritmo.