Ahora o nunca.
“Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces, entonces estás peor que antes” – Confucio
Desde que nacemos hasta que morimos tenemos que vernos y lidiar con nuestra mente, si ella está tranquila, clara y en paz nos sentimos mejor y haremos que quienes nos rodean se sientan mejor, pero si nuestra mente está en caos enferma de autoengaño, miedo, ansiedad, depresión, neurosis, será lo que ofrecemos a nosotros y a los demás.
Si investigamos las carencias de nuestra mente, particularmente el autoengaño, que es muy peligroso ya que nos detiene porque en vez de evolucionar nos degradamos.
Si no logramos desenmascararnos, aunque sea dolorosamente, para ir viendo las lagunas y carencias que hay dentro de nosotros, caeremos en la enfermedad del mañana.
Esta enfermedad nos hace dejar siempre todo para mañana, incluso si necesitamos pedir perdón a un ser querido lo dejamos para mañana, o si queremos decirle cuánto lo amamos, lo dejamos para mañana, si tenemos que llamar a un familiar que nos necesita lo dejamos para mañana, empezar a meditar o hacer ejercicio lo dejamos para mañana, el que posterga para mañana descubre que el mañana nunca llega.
Tenemos que encontrar antídotos y debemos apresurarnos con tranquilidad y tener un orden de prioridades y tenemos que entregar nuestro tiempo hoy, ahora y aquí, para lo que importa.
Los maestros Zen cuando veían a un discípulo le encaraban y le decían “ahora o nunca”, dándole a entender que el que posterga para el mañana descubría que el mañana nunca llega.
“Los hombres geniales empiezan grandes obras, los hombres trabajadores las terminan”. – Leonardo Da Vinci