“Usted puede soñar, crear, diseñar y construir el lugar más maravilloso del mundo, pero se necesita gente para convertir ese sueño en realidad”. Walt Disney
En 1977 Rob Campbell a sus 23 años era considerado un genio (a la postre fue el creador de Power Point) recibió tres invitaciones de trabajo. En cada una de las entrevistas hizo la misma pregunta, “qué opinan ustedes del computador personal”. Primero se entrevistó con Radio Shack, quienes tenían su computadora Tandy, y le respondieron; “creemos que ocupará el primer lugar en la lista de compras de todo el mundo para la próxima temporada, es el próximo radio CB”.
Luego siguió Commodore quien fabricaba su computadora personal que llamaban PET, estos respondieron; “pensamos que puede servir para que nuestras acciones se revaloricen y aumenten a más de dos dólares cada una” y por último se entrevistó con Steve Jobs, la respuesta a su pregunta dice que después de treinta años cada vez que la recuerda aún le emociona; “con nuestra computadora vamos a cambiar el mundo, cambiaremos todo lo relativo a la forma en que se trabaja, en cómo educaremos en las escuelas y a nuestros hijos y además nos divertiremos”.
Campbell dice que no aceptó las propuesta de Radio Shack y de Commodore porque no lo emocionaron, no se sintió inspirado, ser el equipo que más se vende era aburrido, al igual, lograr que las acciones valieran más era aún más aburrido, ninguna de estas me emocionó, “la de Jobs se distinguió de las demás porque si que emocionaba y además el tenía una visión, el ve más allá del horizonte”.
Prácticamente todas las ideas innovadoras de Jobs las transformó en productos y servicios útiles para la vida de las personas de ahí su gran éxito.
Sin embargo, ninguna de sus ideas hubiera tenido éxito si no hubiese sido capaz de convencer a personas brillantes y creativas de hacer equipo y colaborar con el, y nadie se le hubiera unido si no lograba hacer que sintieran inspiración por su visión. La visión da la dirección que inspirará a todos los miembros del equipo para unirse y acompañar al innovador, porque la visión y el sueño ya son de todos.
“El futuro pertenece a los que creen en la belleza de sus sueños”. Eleanor Roosevelt
Mario Montalvo Ortega