Mario Montalvo Ortega el alumno de más edad, cumple hoy 9 de marzo 76 años, sus compañeros reciben como tarea hacerle una entrevista, sentados en la playa de Chicxulub disfrutando una espectacular puesta de sol, los alumnos empezaron a preguntarle:

A: ¿Qué edad tienes?

M: La que quiero tener.

A: ¿Que es para ti la edad?

M: Es el símbolo de lo que aprendemos mientras nos vamos transformando a lo largo de nuestra vida.

A: ¿Te importa y afecta cumplir años?

M: La edad es un tema de la mente, si no te importa, no te afecta, tu eres el único que puede decidir si cumplir años te afecta o no.

A: ¿Aún te sientes joven?

M: Si, después de todo es conveniente sentirse joven, ¿has pensado que cada quien determina hasta qué edad decide ser joven?, además estoy seguro que cada uno tiene la edad que tiene en su corazón.

A: ¿Hasta qué edad te sentirás joven?

M: No lo sé, ya que apenas hoy al cumplir los 76 comencé a ser joven, así que estoy seguro que me queda aún mucho tiempo.

A: ¿Y que eras antes?  

M: Solamente un niño, me llevó 76 años llegar a ser joven.

A: ¿La juventud es un tesoro?

M: Es un tesoro que se puede tener en cualquier edad, ¡incluso las personas jóvenes! tristemente muchísimos no la saben aprovechar.

A: ¿La juventud es una virtud?

M: ¿Nunca te has preguntado si es un defecto que se cura con la edad?

A: ¿Que es para ti la juventud?   

M: Es un estado del espíritu, no una fecha en el calendario.

A: ¿Consideras la juventud como una etapa de tu vida?

M: No es una etapa, es el estado de ánimo que será permanente hasta mi muerte.

A: ¿Cuándo se empieza a ser viejo?

M: Empiezas a ser viejo cuando sientes más alegría por los recuerdos del pasado que emocionarte por el futuro.

A: ¿Cuándo te haces mayor decrece tu creatividad?

M: Seguro leíste el refrán que dice: “cuando hay santos nuevos, los viejos ya no hacen milagros”, pero nuestro espíritu sin importarle la “edad” puede hacer milagros y cada vez más grandes. 

A: ¿Que hacer para nunca envejecer?

M: Ama profundamente, intensamente, ¡ama de verdad!, sí vives amando nunca envejeces, podrás morir de avanzada edad, pero morirás joven.

A: ¿Hay otros secretos?

M: Hay cuatro ¡enfáticos jamás!, Jamás dejes de ver la belleza, jamás pierdas la capacidad de asombro, jamás dejes de reír y jamás te duermas sin hacer las paces, ¡en especial contigo mismo!

A: ¿La edad nos hace mejores y más sabios?

M: La edad por sí sola no te hace mejor ni más sabio, solo acentúa el cómo vivimos, llegar a viejo no te hace ni mejor ni sabio, si de joven fuiste un pendejo, de viejo vas a ser un viejo pendejo.

A: ¿Se puede ser feliz al aumentar de edad?

M: Si, pero hay una condición, tener una bella vida.

A: ¿Sientes que los años pasan muy rápido?

M: Para los que envejecen si, así que usa el truco de crecer sin hacerte mayor.

A: ¿La edad se mide por años?

M: Conozco a muchos que rápidamente se hicieron viejos y cansados, mientras que algunos tienen mucha energía después de los setenta, dime; ¿qué edad tendrías hoy si no supieras tú fecha de nacimiento? y ¿si además no existieran los calendarios?, ¡demasiadas personas viven con el calendario!

A: ¿Síntomas de la vejez?

M: Uno de los más graves es dejar de aprender, ya tengas 20 o 100 si sigues aprendiendo te mantienes joven, otro síntoma es escudarse en la edad. ¡Recuerda que las mejores melodías se tocan con violines antiguos!

A: ¿Que tan malo es envejecer?

M: Estoy absolutamente seguro que “envejecer” no es algo malo, sobre todo cuando consideras que la única alternativa sería morir joven, la “vejez” puede ser además de un viaje único y fascinante, una obra de arte.

A: ¿Tienes miedo a la muerte?

M: ¿Porque temerle, no has pensado que todos desde el momento de nacer empezamos a morir?

Quiero aprovechar la entrevista para enviarles mi eterna gratitud, acompañado de tiernos abrazos y besos   a cuatro extraordinarias personas que son parte fundamental de mi vida, me dieron su amor incondicional y hoy me cuidan desde el cielo:  a mis papás Mario y María Cristina y a mis suegros José y Dora.

A quienes para mi fortuna me acompañan tan de cerca:  Doris mi bella, inteligente, valiente, bondadosa, auténtica y apasionada compañera, mis maravillosos y sensibles hijos: Mario, Mauricio y Ana Cristina, jamás podré agradecerle suficientemente a Dios por habérmelos enviado, mis inteligentes y luminosas nietas: Paulina, Daniela y Olivia y   mis generosos hermanos Enrique y Jorge.

Gracias, gracias, gracias, a ustedes mi familia por su amor, por estar siempre ahí; su presencia ha llenado mi vida de alegría y plenitud.

A: ¿Algún consejo para despedirnos? 

M: ¿Y si vivimos la vida y nos olvidamos del calendario?