Hoy 9 de marzo de 2024, quiero expresar mi gratitud inmensa para con mi familia y amigos, por acompañarme en diferentes tramos de mis 75 años, pero sobre todo por permitirme vivir en sus corazones.
Especial agradecimiento a mis papás Mario y María Cristina, a mi esposa Doris, a mis hijos Mario, Mauricio y Ana Cristina, a mis nietas Paulina, Daniela y Olivia, a mis hermanos Enrique y Jorge.
Hoy me despierto y doy gracias porque aún sigo viajando a 107,280 kilómetros por hora, lo que resulta en ya haber recorrido aproximadamente 70,472,960,000 kilómetros montado en esta bola que llamamos tierra, por un universo misterioso que parece infinito, el cual no puedo entender ni imaginar.
Con mi infinita ignorancia reconozco que “Solo sé que no sé nada”, me doy cuenta y acepto que no soy maestro en nada, sé que moriré siendo un eterno discípulo, aprendiz de todo.
Por ejemplo, entre muchísimas cosas no sé qué hace latir mi corazón, de dónde viene el impulso para respirar, qué hace que se multipliquen mis células, de dónde surgen mis pensamientos, cómo puedo distinguir los colores, en dónde se almacenan mis recuerdos, qué me hace sentirme tan bien cuando veo y abrazo a las personas que amo y, tampoco sé que fijará la cantidad de tiempo que viviré.
Acepto con humildad esta ignorancia y me entrego a la indefinible vida, en la que debo tener una misteriosa utilidad, servir para algo.
Pero soy un ignorante privilegiado, en el camino hice algunos descubrimientos: que debo aprender a amarme, siempre estar intentando conocerme, respetarme a mí mismo y también respetar a la humanidad entera; que lo que doy, me lo doy y lo que no doy, me lo quito, no puedo cambiar el mundo, pero lo puedo intentar, debo trabajar por ser lo que soy y no lo que otros quieren que yo sea, debo reírme mucho, pero sobre todo de mí mismo, también desprenderme de todo lo que para mí sea innecesario.
Los textos que escribo trato que sean profundamente optimistas, no sigo ninguna moda de los libros de autoayuda, de ninguna manera me siento un maestro, tampoco soy un ingenuo romántico que no se da cuenta del atroz mundo en el que vivimos, donde nuestra máxima finalidad es acumular dinero y poder, olvidando la belleza, la verdad, la cooperación, la empatía, el altruismo y la bondad, viviendo sumergido en el tener y olvidando el ser.
Tengo una mente positiva que ha nacido de mi educación con mis padres y, grandes maestros que mágicamente se cruzaron y se siguen cruzando conmigo.
Aceptó que soy un organismo mortal y me propongo vivir esforzándome por alcanzar lo que creo será la máxima realización de mi vida: Convertirme en lo que realmente soy y, morir tranquilo y feliz.