En nuestra sociedad, para poder competir “exitosamente”, nos enseñan a tratar de “ser” por cualquier medio, nos presionan y fuerzan para crearnos una “personalidad”, en esa búsqueda nos perdemos y terminamos creando una apariencia artificial, que se hizo de manera rápida y forzada, terminamos perdiéndonos nosotros mismos, este antiguo relato Chino puede darnos un poco de luz.
El rey caminando por el mercado se encontró una carnicería, donde todo estaba muy bien ordenado, los cortes de carne estaban hechos con gran perfección, el monarca admirado exclamó: ¡Esta carne, está tan bien cortada que me parece bella, carnicero eres un artista!
El rey le preguntó, ¿cómo logras cortar tan hermosas porciones? El carnicero, quien era un anciano le respondió: Majestad, un carnicero malo afila su cuchillo diariamente, uno común, lo hace una vez por semana, un buen carnicero lo afila cada seis meses, un gran carnicero lo afila cada dos años. Mire mi cuchillo: sólo lo afilé el primer día y en toda mi vida nunca más volví a afilarlo. No se ha gastado porque no ejerzo con él presión sobre la carne: lo deposito suavemente sobre ella y dejo que su filo vaya encontrando los vacíos que hay en la materia, entonces la carne se separa sin ser cortada.
La sabiduría del carnicero se resume en dos palabras: “No forzar”
Si nos liberamos de los detalles inútiles que nos invaden, si borráramos la personalidad exterior impuesta por un sistema social y económico, tal vez encontraríamos nuestra naturaleza original. Seríamos como un pozo que se le limpia y destapa, para que empiece a brotar agua cristalina.
“Quédate quieto como una montaña y fluye como un río” Lao Tsé.
De alguien habrá aprendido y todo depende de la calidad del Cuchillo; aquello no se logra con uno cualquiera !!!